MI AMIGO DANIEL CORTEZON
A Merche y Mati a las que conocí
acompañando a Daniel
con amor e inteligencia.
_______________________________ Luis Legaspi Cortina
Acaso la palabra amigo no tiene todos
los ingredientes de su uso cotidiano. En este caso tiene en su núcleo el
afecto, respeto,y convergencia-no identidad- de criterios y objetivos de
nuestra vida individual y social. También, la vibración del humus de nuestra
tierra eoaria, muy por encima de la ortopedia administrativa.
¿Cuándo nos
conocimos? En el tiempo del calendario, relativamente tarde. No lo preciso. Más
o menos al comenzar los ochenta del último siglo. “Fragiles labuntur anni”.
Creo que coincidimos en una de las reuniones de los autodenominados “Amigos del
Eo”, Allá íbamos gentes de las cuatro Villas de la Ría” (Ría
siempre con mayúscula, claro). casi sin saber quien nos convocaba. No sólo los
oriundos, sino también los “veraneantes” encandilados
por el embrujo de nuestra historia,
paisaje y -¿por qué no?- por la gastronomía. No sólo de pan seco vive el
hombre., sino, también de cachola con cachelos y lamprea, “al estilo
de Abres”, y…. bon alvariño.
Se trataba
de conocernos, de trasvasar sueños y algún proyecto. La verdad es que nunca se
llegaba demasiado lejos. Los laudes y aplausos en torno al homenajeado de
turno terminaban a la hora de vísperas
con los postres. El pueblo seguía ajeno. N‘a Ribeira, n‘el Fondrigo, en
Cabanela, n‘a Punta…
Creo que fue
este el tema en que, por primera vez sintonizamos, Daniel, tú y yo, Recuerdo
una de las primeras cartas en la que tú y Mercedes me dabais “la razón a la
pregunta dónde estaba el pueblo”. Este es ya punto de cercanía entre un cura
laico y un ateo poco ortodoxo.
La verdad es
que, sin ser conscientes, había entre nosotros otras aproximaciones. El tapiz
no se entiende sin los hilos enmarañados y confusos del reverso. Daniel y yo
fuimos niños y adolescentes en las tristes turbulencias del “treintayseis”. En
la geografía política oficial las márgenes eran derecha-izquierda. Acaso en la
ideología y en la sociología las fronteras eran más lábiles, imprecisas e,
incluso, intercambiables.
Luego, como
sucede en estos eventos, cuando te sientan en la mesa al lado de uno
escasamente saludado, vas cautelosamente buscando puntos de aproximación: el
tiempo, los atascos, los entremeses, las críticas al alcalde… y, cuando el
interlocutor es un cura, nunca falta la referencia a una tía monja o al párroco
de mi pueblo.
Así
comenzamos la “esgrima a toucher, non plus,” Daniel y yo. En cartas y
conversaciones posteriores fuimos al abordaje amistoso y sincero. Cortezón
sabia y pensaba. Para mí era una delicia y una riqueza.
Santa María
del Camino estuvo también en nuestro andar. Es protohistoria, pero lo
cuento. Yo, bastante gamberrete, con relativa frecuencia pasaba la lancha
hacia Ribadeo para confesar mis pecados
con el capuchino Pacífico de Mellanzos de luenga barba y manga ancha. Formaban
convento Fray Enrique de Cívico, que, a
toda costa, me quería meter a capuchino y aprovechaba para darme alguna
embestida que yo esquivaba piadosamente. También, andaba por la huerta, entre
melocotones y lechugas, el hermano
Cantalapiedra que, más tarde, misionero en Venezuela, fundó en el Orinoco la
Misión de Santa María del Camino
añorando su paso por el Jardín de Ribadeo. Por allí hacían travesuras
entre cirios y vinajeras, algunos monaguillos. A este escenario llegó Daniel
Cortezón iniciando su adolescencia, ya bien batida en fatigas mil. No era mal
ambiente y refugio para un “cativo” de familia represaliada. El nacional
catolicismo, como “gran hermano”, observaba todo gesto y los “rojos”, acosados,
agradecían cualquier burladero. El lema Paz y Bien propiciaba un aire sano de
reconciliación y convivencia, amigaba con San Francisco, devoción de la que, a
mi me parece, Daniel nunca se curó.
De los
capuchinos saltamos a sus sucesores en la iglesia del Jardín, los misioneros de
La Consolata. Virginio Rossi, bien recordado durante años en Ribadeo, había
tenido buena relación con Daniel. “Con
estos hombres, me escribía más tarde Cortezón, y en el sentido que puedes imaginar, yo me siento cristiano” Ya en
su recta final visité al misionero “consolato” en su asilo de Turín y le
trasmití el abrazo que para él me había encargado Daniel. Al anciano misionero
se le iluminaron los ojos de grato recuerdo, era amigo de Cortezón.
El serio compromiso de justicia social
de la iglesia con lo que llamamos, a todo meter, tercermundo”, de lo cual San
Francisco es paradigma indiscutible, nos ponía a los dos en armonia con
contrapunto. No recuerdo haber tenido ninguna correspondencia o conversación,
ni siquiera la “entrañable tarjeta navideña” sin este trasfondo. Lo que siento
es que, por mi negligencia, no hayan sido más frecuentes los contactos.
Como un
paréntesis en mi caótico discurso, sin ser devoto del “deus ex machina”, y
mucho menos de la frándula de “martes y trece”, señalo una coincidencia, si
queréis, frívola: Daniel entró en la
dimensión definitiva en 4/10/2009, festividad de San Francisco de Asís. Los
dos, sin duda, se habrán saludado.
Otro punto de convergencia era nuestra
afición a los libros, aunque mi capacidad es harto menguada. Ambos confesamos
haber aprendido a leer (superar el silabario) en nuestras respectivas
Bibliotecas Populares Circulantes. El confiesa que después de una niñez movida
por las circunstancias profesionales de sus padres, ya asentado en su Ribadeo natal “con moi pouca escola, mergullandome (¡qué
delicia de gerundio!) no mundo dos libros
lin os máis de
3.000 volumes cos que contaba”. Parece que no hicimos demasiado caso a Ramón Cabanillas:
“E preigroso leer, pois o que lee pensa e o que pensa remata mal”.
Daniel
participó muy activamente en el nuevo rumbo de la Biblioteca Pública de Ribadeo
y cuando ésta, fagocitada por el
Movimiento, pasó a denominarse “El Viejo Pancho” la enriquece con el legado de su nutrida y
escogida biblioteca personal. Es un ejemplo que merece ser imitado, aunque sea
desde situaciones mucho más modestas. Yo le agradezco las obras que me ha
ofrecido a mí y, por mi medio, a la
Bepecé de Castropol, presentadas siempre con autógrafo de amistad
cercana.
Es muy
amplio y variado el abanico de títulos y temas de su obra escrita: teatro,
novela y ensayo, historia, colaboraciones en revistas, periódicos e, incluso,
porfolios festeros… Todo ello, entreverado de seria reflexión social y
filosófica, trasluce un rescoldo de preocupación teológica. Me escribió: “Es que me importa la Iglesia ¡Que rayos me
va importar entonces”
CASTROPOL desde RIBADEO
Lourenzo do Valedouro ha insinuado
que el ambiente de la rebotica en donde
se mezclan ingredientes y fórmulas podría ser otra clave para explicar la
diversa obra literaria de Cortezón. “Eu
son absolutamente autodidacta. A penas fun á escola para aprender as primeiras
letras. Da biblioteca de Ribadeo lin, ao longo de vinte e tantos anos, no
mostrador da farmacia, os máis de 3000 volumes cos que contaba”.
Yo, desde mi escasa capacidad interpretativa y crítica, quiero ver en la
última obra, “Dionisio Gamallo Fierros, Varón de Porcillán”, una admiración,
cual de discípulo, y un afán de acompasar o solapar la ideología fundamental de
ambos, aunque ni sus vidas ni sus preocupaciones eran exactamente paralelas.
Cortezón, 16 años, colaboraba ya
fervorosamente (fue su redactor jefe) en la revista Rumbo sucesora de Estudios,
de abolengo anarquista y publicaba ensayos sobre temas sociales o sobre
filósofos y pensadores con vertiente política como Victor Cousin, Montesquieu… Sus estudios y escritos de género diverso,
como novela o teatro tienen depurada estrategia discursiva hacia objetivos
socio políticos.
Dice su amigo Franco Grande: “Nel o saber foi unha necesidade, nunca un
decorado. Porque necesitaba unhas respostas mergullouse en materias
filosóficas, históricas e, non nos sorprendamos, teolóxicas. Foi un dos poucos
marxistas que coñecín que sabía do que falaba. Nada que ver cun crente nin cun
iluminado”
Es sabido que el anarquismo, en su
ideología y en su táctica de penetración, da primacía absoluta a generar
abundante literatura, en variados géneros, con acentos que impulsen a imaginar
y construir un mundo más perfecto que la realidad social tan escasa de equidad
y solidaridad humanas, “manifestación parcial de una realidad única”. De este
anarco-apostólico objetivo nace el afán
de publicaciones, bibliotecas, ateneos y foros del más amplio espectro
penetración ideológica, algo así como un orweliano Ministerio de la Verdad”
que, sensim sine sensu, deriva en iluminismo proselitista y, un poco más lejos,
en guerra santa que los moros dicen yihad y otros, cruzada, pero que en
cualquier caso consiste en no dejar adversario con cabeza o en el mejor de los
casos, amueblada ésta con un pensamiento único.
Gamallo, por entonces, navegaba por aguas
más tranquilas, frecuentaba el espíritu hispanista de Maeztu, arrancaba las
notas dormidas en el arpa becqueriana y escudriñaba el alma taciturna de
Rosalía, resguardado a sotavento de
Rodríguez de Valcárcel en su Instituto de Ribadeo y en convoy con Castelao, Otero Pedrayo, Garcia Sabel, Fermín
Penzol, mi amigo castropolino, otros ilustrados
y algunos ilustres que capeaban el temporal, sin arriesgarse demasiado
con la censura.
Fue, pasada la anestesia de los años
triunfales, cuando en los “hijos de la ira”, gentes del 27 y sus discípulos
inmediatos de la post guerra,
comenzaron, como una levadura retardada
a leudar las agostadas energías del 98. Hay
en la “Sinfonía Incompleta del Varón de
Porcillán” especialmente tres capítulos: “La voz derrotada”, “Años de palinodia” y “Años de iracundia” que
son provocadores de estudios más
singularizados y metódicos sobre personajes de la generación del 36 y los
movimientos ideológicos que, en buena parte, condicionaron la llamada
transición española. La acumulación de erudición sugerente que presenta Daniel
Cortezón en este libro me parece
interesante.
Según
él me dice en página de respeto y de su propio puño y letra, “el
protagonista es nuestro indescriptible e inolvidable amigo Dionisio Gamallo y tan
sólo pretende afirmar lo superficial del juicio de las gentes ante el estruendo
de las formas…El fondo no hace ruido; el trasfondo, menos… sólo la ola que se
encrespa y brama parece pregonar la existencia del mar… Yo pienso lo contrario,
por eso trato de ahondar en el pensamiento de Dionisio y en las razones de su
“sinfonía incompleta”, profundizar en sus silencios, quizá porque piense, como
Hamlet, que todo lo demás es silencio…es decir La Nada”
Pero al terminar la cita por él
manuscrita, vuelvo al comienzo de la misma dedicatoria: “Para mi buen y tolerante amigo Legaspi, desde la esperanza…” Está
claro que de mi poco tiene que esperar. Ni siquiera tolerancia Tengo un pronto
desagradable. Sería como esperar a Godot. ¿Qué esperas, Daniel? El mismo Bertold Beckeett, que se inventó al
tal Godot, advierte que el hombre y su historia no toleran el vacio, el
silencio… La Nada. La sinfonía no puede
quedar incompleta. La catedral no puede quedar desmochada. No basta la primera
piedra, la angular. Necesitamos la clave que de cohesión a las dovelas. Le
cuesta a Sísifo subir la cuesta, porque la piedra es pesada y resbaladiza y los
hombros débiles. Esta es la agonía del cristianismo que don Miguel describe
sufriendo en su interior la dura lucha del vivir y del creer o, mejor, del
vivir queriendo creer, pero sin poder creer. Albert Camus decía que “las obras de Kafka, Kierkegard o Chestov
abrazan al dios que los devora y dando vueltas al absurdo desembocan en un
inmenso grito de esperanza”. Son las preguntas de la vida que se formula
Savater; que todos nos hacemos, que yo no las esquivo, porque. incluso en el
esfuerzo de la búsqueda percibo la
felicidad. Nuestro paisano, de todos respetado, Dámaso Alonso, así lo siente:
¡Duda, gran duda / ¡dejémoslo! / ¿Estás? ¿No estás? Lo ignoro: sí lo ignoro
/ Que estés yo lo deseo intensamente. /
Yo lo pido, lo rezo… / Te estoy amando sin poder saberlo / Amor, no sé si
existes. Tuyo TE AMO”
En sus primeras cartas, años 80,
siempre sabrosas, afectuosas, inquietas de pensamiento, se reflejaba su
preocupación por la grave situación socio política de Latinoamérica, o, como
él, nacionalista gallego, prefería llamar Hispanoamérica.
El asesinato de Oscar Romero subrayó
con más fuerza la sangrante situación sociopolítica y la misión de la Iglesia.
Cortezón, además de una gran sensibilidad y la información que seguía de cerca,
poseía una amplia base historiográfica y filosófica sobre el tema
iberoamericano (perdón, Hispano) entre ello las obras completas de Bartolomé de
las Casas. Pero recababa más: “Te
agradezco infinito lo que me envías (Puebla, Boff, Gutiérrez, informe de El
Quiché…) Me será de suma utilidad. Ya estoy en plena recta final de la
preparación de “La Misa”. Quizá la subtitule
“Nueva destrucción de Indias”. Te digo que seré respetuoso con la gran
Iglesia Misionera, comprometida con el Hombre; y que no andaré con vueltas en
cuanto al Primado y demás primates adláteres…”
Para mí el problema era y es
apasionante. Involucrado “profesionalmente” en conexiones con Tercera Iglesia,
tenía cierta información, testimonios cercanos e, incluso, alguna vivencia
personal sobre el tema. Cuento, entre varios, un “flash” significativo: En el
Quiché de Guatemala conocí a su obispo Gerardi , más tarde asesinado, a Vicente
Menchú, quemado en la embajada española,
a su esposa Juana Ten, catequista, a la
hija Rigoberta, hoy Nobel de la Paz, y a muchos indios mayas, masacrados por el
ejercito capitalista, defensor de los ricos hacendados, muchos con sonoros
apellidos españoles y, a mayor ludibrio, cristianos… ( al llegar aquí a mi
amigo le hervía la sangre)
Precisamente en una ocasión en que el
ejercito pretendía capturar a la adolescente Rigoberta, el pueblo de Uspantán
se vió aturdido en una balacera indiscriminada. Dos soldaditos, seguro que
analfabetos, estuvieron con sus mosquetones cerrándome el paso. Menos mal que
yo, por inconsciencia, no les volví la espalda y aguanté, en interminable
silencio, la provocación. Alguien me felicitó por mi “ignorancia”. Si trato de
refugiarme en la misión, me hubiesen aplicado una peculiar ley de fuga.
“No sé si sabes, me decía Cortezón, que
la única obra teatral importante sobre Las Casas, “La Audiencia de los
Confines”, la escribió Miguel Angel Asturias. Obra importante, pero que a mi me
dejó insatisfecho. Pienso escribir sobre el tema enlazándolo con lo que ahora
sucede que no es más que la prolongación de lo que denunció el obispo de
Chiapas. El arcabuzazo que a él le dispararon es el mismo que asesinó Romerol
Arzobispo del Salvador, el mismo hombre, los mismos intereses imperialistas…
Los encomenderos, los conquistadores no querían las leyes nuevas de los
teólogos (¡Gloria de la Iglesia!).Hubo entonces, como ahora, una Iglesia
organización, “oficial” y “papal”, complaciente, que tragó todo… Hay otra
Iglesia que admiro… y que, también, creo que amo, la de Jesús de Nazareth, la de los, San
Franciscos, los Motolineas, la de Bartolomé de Las Casas, Vitoria, buena parte
de los teólogos de Trento…
“Hace
unos días recibí los libros y documentación sobre la teología la liberación que
me mandaste. Tendré que tener cuidado con tus sutilidades misioneras… ¡Ojo,
Daniel, que te convierten y terminas diciendo amén en polaco y en gallego!
¡Atento, que a la otra ribera del Eo tienen espíritu galaico y cualquier día
amaneces haciendo revisión de que la verdad sea independiente de la razón y de
que lo real quizás no sea racional… Y entonces ¡adiós todo el edificio
dialéctico marxista que te sostiene en pie sin Dios!... ¡Non, non, Curros1
¡Fuera la “capitalista” justificación por la fe a solas! Pues nada que te entregas, Daniel, que terminas comulgando con ruedas
de molino. A lo mejor termino volviendo al redil (Sinceramente sería una
suerte. No se puede andar por el mundo así creyendo que Dios existe y mucho menos
si no existe. He puesto, sin intención, la frase al revés)”
Antes de terminar esta agradable
evocación de un amigo, de un intelectual honesto, me atrevo a contar, espero
que no sea “extra chorum” una última anécdota. Tuve la fortuna, fortuita, de conocer
al general don Emilio Herrera Linares, siendo éste presidente del Gobierno de
la República “trasterrado” en París. Daniel lo consideraba “outro anarquista no exilio e de grande importancia científica e
política, amigo do meo amigo Martínez
Rizo”
Tuve una relación muy cordial con
Herrera y con su esposa doña Irene Aguilar. Durante unos días me obsequiaron
con atenciones diversas y con ilustradora conversación.
Me dí cuenta de su amplísima cultura, y
del conocimiento de personajes y
situaciones concretas de España. También conocí su sentimientos de católico
practicante. Precisamente, por ser consecuente con sus principios cristianos,
aceptó su cargo político. Así me lo manifestó, mientras me mostraba una bandera
tricolor, bordada por unas monjas de Tarragona, que presidía su despacho en el
palacete de Avenida Foch, 35. Me invitó y me puso su coche para visitar Mont
Valérien, tumba de los caidos de Francia. (Con mi camioneta, “deux chevaux, la
police me prohibió entrar en Bois de Boulogne)
Posteriormente, hasta su muerte, nos intercambiamos la “entrañable
navideña”. Sus tarjetas, en el texto y en la imagen, eran ingeniosas y
polifacéticas, en ellas convivían
armoniosamente los deseos religiosos con el ansia de sacudirse la
dictadura.
En una ocasión, también fortuita, salió
este sucedido en mis diálogos anárquicos con Daniel. El, “cuitadiño”, se quedó
con los ojos a cuadros:”No sospechaba yo
que Emilio Herrera fuera tan católico…a fuer de hombre inteligente y científico
lo intuía, al menos, agnóstico. Por tanto, me has fastidiado no poco con tu
“espiritual refrigerio” que más bien fue ducha fría” ¡Qué interesante!
Yo
soy republicano, aunque poco o nada tengo que decir contra los actuales
monarcas que cumplen importante misión pacificadora. En lo que, como sabes, no
estoy de acuerdo es con la identificación cristianismo-catolicismo. (“ya no
digamos con las “cristianas iglesias protestantes” que son esencialmente vétero
testamentarias!)
Te
cuento: Herrera fue ingeniero militar de
la promoción de Jorge Vigón y de Vicente Martínez Rizo, también de ingeniería.
Martínez Rizo era anarquista y fue condenado a muerte cuando terminó la
“incivil”. Vigón, general amigo y ministro de Obras Públicas, le salvó la vida
y fue colocado en el aeropuerto del Prat
Yo,
jovencito, tenía, por mis colaboraciones en “Rumbo”, contacto con Martínez Rizo que lo estaba
pasando mal por su situación política y quería escribir una “Teoría sobre el
Metaespacio” que enmendaba o complementaba
a la de la Relatividad de Einstein
y me encomendó a mí contactar con Emilio Herrera, miembro de la Real Academia de Ciencias, por si
podía ayudarle. Así lo hice, tuve correspondencia con Herrera que, además, de las ayudas solicitadas me envió un
curiosísimo opúsculo titulado “La Hipermecánica
y el Apocalipsis” De todo tengo abundante documentación y originales de dicha
teoría”
Mucha verdad y honestidad
encuentro yo en estas posturas críticas, en apariencia hoscas, pero ilustradas
y reflexionadas y en el fondo fondo, impulsadas por un ansía de sintonízar con el Evangelio de Jesús, sin
traducciones edulcorantes ni exégesis con “reviravoltas” Nada de resentimientos ni demagogias de
rancio clericalismo. Hay gente fenomenal “fuori le mura
Los
cristianos estrictos practicantes del rito tenemos la tentación reducionista de
“el que no está
conmigo
está contra mí” (Luc.XI) sin caer en la cuenta de que “el que no está contra
nosotros está a favor nuestro” (Mrc.IX)
Por el camino de Jerusalén a Jericó
bajaban los tres, el uno era clérigo, liturgo, el otro, cofrade y rezador, el último, samaritano pecador, por supuesto. Este fue el
que socorrió al Hombre abandonado en la cuneta. “Haz esto y vivirás dijo Jesús”
(Luc.X).
Son algunos recuerdos, mal colocados,
demasiado fugaces, pero gozosos de mi
relación con un gran tipo y buen amigo, de la margen izquierda de la Ría
del Eo, Daniel Cortezón Alvarez
![](file:///C:/DOCUME~1/m/CONFIG~1/Temp/msohtml1/01/clip_image006.jpg)
RIBADEO
desde CASTROPOL
Publicado en “Daniel
Cortezón”, libro memorial
publicado por Concello de
Ribadeo
Falta la imagen de la foto.
ResponderEliminar